Dejaríamos atrás el espectacular cañón Del Río Fish para empezar a dirigirnos al desierto del Namib. Hoy tocaban 408 kilómetros de distancia, el destino donde pasaríamos dos noches sería Luderitz. Aparte del pueblo fantasma de Kolmanskop no cuenta con muchos más atractivos. Con una noche hubiera bastado, pero al programar el viaje contamos con relajarnos también un poquito en este destino tras unos días algo ajetreados.

Salimos sobre las 9 de la mañana de Canyon Road, lo primeros 100 kilómetros serían por el mismo camino que nos trajo de Keetmanshop, carretera ancha de grava en el que no puedes ir muy rápido.

Caballos salvajes de Aus

Una vez recorridos volveríamos a la interminable recta asfaltada para seguir. A pesar de que son distancias largas el camino nunca se hace aburrido ni pesado. Tuvimos que hacer una parada en Aus para repostar. Nos encontramos con una pequeña población, con niños jugando descalzos por la calle. Marchando de allí, a 24 kilómetros encontramos el único punto de interés que teníamos en el trayecto, los caballos salvajes de Aus. Un desvío a la derecha nos lo marca, tomamos un estrecho y pedregoso camino, pero hay apenas 10 minutos.

No se sabe a ciencia cierta de donde salieron estos caballos. Unos dicen que fueron dejados aquí por las tropas alemanas en la 1a Guerra Mundial. Otros dicen que proceden de la caballería del Varón Duwisib, el cual construyó un castillo a principios del siglo XXI. Lo que si está claro es que las duras condiciones del desierto les han hecho cambiar su aspecto. Caballos muy delgados y con gran capacidad para aguantar tiempo sin beber agua. 

Caballos salvajes de Aus

Se estima que hay unos 150 ejemplares que sobreviven gracias a un abrevadero artificial, el que se instaló no hace mucho tiempo ya que disminuyó la cantidad de caballos. Ahora gracias a él han conseguido remontar en número y forman parte del paisaje tan auténtico.

Tras contemplar los caballos relajadamente desde el mirador nos queda poco más de una hora para llegar a Luderitz. Empezamos a ver lo inmenso que es el desierto del Namib, la arena empieza a comerse todo el paisaje mientras nos adentramos en la costa. Poco antes de llegar encontramos Kolmanskoppe, aunque la idea era verlo al día siguiente como todavía era poco más de las 13 horas entramos a probar. Al llegar vimos que el horario tan sólo es de 8 a 13 horas de lunes a domingo. Así que seguimos con lo planeado que era verlo al día siguiente.

Luderitz 

Llegamos a Luderitz y no encontramos una ciudad bonita en realidad. Aunque si que es auténtica, todavía calles sin asfaltar y una arquitectura alemana muy presente, una ciudad anclada en el tiempo. Apenas cuenta con 12 mil habitantes, con incredulidad piensas que hace una ciudad aquí, en medio de la nada tan lejos de todo. Sus tiempos mejores han pasado, pero aquí sigue habiendo vida.

Nuestro hotel para estas dos noches sería The Nest. El precio 130 euros la noche, como ya comentamos en anteriores post, nuestro viaje de luna de miel lo merecía. Allí tendríamos unas vistas inmejorables a pie de costa y cuenta con un restaurante elegante, bastante bueno. Aunque no os hospedéis aquí bien merece la pena venir al restaurante para probar el pescado de la zona. Comeríamos tras dejar los bártulos y nos echaríamos una merecida siesta. Tanto trajín estos días desde que salimos de Barcelona con dos vuelos a las 6 AM y los mil primeros kilómetros en coche bien merecían una pequeña pausa.

Ciudad anclada en el pasado

Tras reponer pilas empezaríamos recorriendo las calles de Luderitz. No se ve que la gente pase hambre, pero en cuanto aparecen turistas ven el dólar fácil . Así que intentan hacerte favores con cualquier situación en la que te vales por ti mismo, aparcando, en el supermercado o ya directamente los hay que sin favores de por medio te piden dinero.

No hay mucho que hacer aquí, un paseo para recorrer sus antiguas calles o el puerto y admirar su arquitectura alemana. Tenemos unas cuantas iglesias, pero si una destaca entre todas es Felsenkirsche. Una iglesia Evangélica luterana que data del año 1912, mas llamativa por fuera aunque queda eclipsada por la imponente Goerke Haus, una residencia construída en 1910. Los horarios para visitar la iglesia son un tanto raros, solamente de 17 A 18 horas. La pudimos visitar el segundo día, tampoco hay mucho que ver ya que es bastante pequeña. Para visitar la Goerke Haus en este momento se encontraba cerrada, así que no puedo ayudaros, no está mal valorada la visita en trip advisor.

El museo Luderitz sí que se encontraba abierto, pero en horario de mañanas. Como visitábamos Kolmanskop al día siguiente no lo pudimos ver, en él explican la historia de la ciudad. Las opiniones de otros viajeros tampoco motivaban mucho el haber entrado.

Felsenkirche y Goerke Haus

Ahora son malos tiempos debido a la pandemia, ante la falta de turistas ya no hay paseos en barco por la costa.
Nos dimos una vuelta por el puerto, ahí encontramos a niños jugando con un carrito de supermercado. Te hace pensar en que con que poco son felices, nosotros sin embargo a veces parece que no nos damos cuenta de lo que tenemos.

Hubiera sido una buena opción el paseo en barco uno de estos días, pero ante la falta de hacer más cosas nunca está de más relajarnos un poco, ya que entre lo que llevábamos y lo que vendría después, vinieron bien momentos de relajación y no tener la sensación de ir a mata caballo.

Shark Island

Un punto que para nosotros sí que fue de interés, Shark Island, una península a escasos minutos caminando desde Luderitz con unas buenas vistas. En la zona se puede acampar entre rocas y aún encontramos alguna que otra caravana y turistas de visita, nos alegró ya que nos parecía estar solos. Contemplamos unas preciosas vistas de la costa, con el desierto del Namib en el noreste y la Penguin Island al frente. Hacia esta isla es donde parten los barcos veleros de Lüderitz para atisbar a los pingüinos que allí habitan. Podemos observar desde la punta muchas aves y algún que otro león marino.

Vistas del desierto desde Shark Island

Al final fue todo mejor de lo pensado y nos gustó mucho, no tanto la ciudad. Como habíamos comido bastante en el restaurante, en un mini-market que aún había abierto compraríamos una meat salad (tiras de jamón, lechuga y mayonesa) y una salchicha alemana enorme. Fue una advertencia para futuros días, ya que a las 18h estaban todos los supermercados cerrados en toda Namibia y menos mal que encontramos esta tienda abierta.

Tras cenarnos la compra en la habitación tocaría descansar, aquí a dormir nos vamos muy prontito y raro es el día que nos dan las 22 horas despiertos.

Kolmanskop 

Hoy sí, después de desayunar en el hotel nos dirigimos a Kolmanskop o en alemán Kolmannskuppe. Apenas a 20 minutos de Luderitz llegamos a este increíble paraje. Es la mayor atracción de la zona y gracias a ella atrae bastante turismo, especialmente fotográfico ya que son miles de posibles fotos las que puedes realizar aquí. Como he comentado anteriormente las visitas son exclusivamente de 8 a 13h de lunes a domingo. Cuenta con 2 visitas guiadas, una a las 9 y otra a las 11, ambas en inglés. El precio son 100 dólares namibios por persona. Nosotros llegamos a las 8 en punto, por lo que pudimos visitarla por libre una hora y más tarde empezaríamos la visita guiada.

Nos remontamos a 1908 en esta misma zona, donde un trabajador llamado Zacharias estaba realizando la construcción de unas vías de tren, allí encontró una extraña piedra. Cuando se descubrió lo que era, el boom llegó al lugar. Dado que era muy fácil encontrarlos y Namibia era entonces colonia germana, mineros alemanes y más población alemana invadieron el lugar y en él se construyó una ciudad estilo europeo.

Hoy observamos todos esos lujos que han sido engullidos por la arena. Vemos su panadería, carnicería, escuela, oficina de correos, la bolera, salón de baile, una piscina, hasta una fábrica de hielo. También un hospital, que llegó a contar con una máquina de rayos X, la primera que llegó al continente africano. Lamentablemente no era usada para uso médico, sino para que no se escapara de allí ningún diamante, ya que trabajadores los tragaban para su posterior venta. 

Muchos trucos de los mineros para poder sacarse un sobresueldo. Esconderlos en las botas, tragarlos e infinidad de escondites. Su trabajo duraba unos años, al acabar los dejaban en cuarentena unos días para asegurarse que salían limpios. Para tener aún menos problemas les daban laxante, todo perfectamente estudiado.

A partir de 1950 las reservas de diamante empezaron a decaer, por lo que poco a poco está ciudad se fue deshabitando hasta no quedar nadie en 1954, año en que la arena reclamó su territorio. Años más tarde, en 1980 fue rehabilitado en gran medida para atraer a los turistas y hacer un museo del lugar. Algunos edificios están bien rehabilitados y otros no tanto. La visita guiada es esencial ya que escuchas historias curiosas, pero antes o después es una aventura poder pasear por libre por este pueblo fantasma, imaginando lo que la vida fue aquí. No ha sido el lugar más bonito que visitamos en el país, pero sí que recomendamos la visita. Lo malo son los kilómetros que hay hasta aquí, ya que no cae cerca de ningún otro lugar interesante del país.

Dias Point

Después de hacer infinidad de fotos y vídeos en la ciudad fantasma, en los que disfrutas muchísimo por la cantidad de rincones que encuentras, nos dirigimos a otro lugar de interés, Dias Point. Tampoco es un lugar nada del otro mundo, pero estando allí merece una visita. Un paraje en medio de la nada donde crees que no hay nadie más. Y no es cierto, porque nos damos con un bar una vez allí llegados. Aprovechamos para comer en él un par de sándwiches y disfrutar de la paz que se respira. 

Un rato de relax observando los leones marinos que descansaban en las rocas, ya no había mucho más que hacer hoy. Así que con calma recorrimos unos cuantos miradores dirigiéndonos hacia el sur para más tarde marchar al hotel. Tuvimos que tener cuidado en no entrar al Parque Nacional Sperrgebeit (traducido del alemán significa zona prohibida). El único punto del parque que tiene permitidas las visitas era el ya realizado en Kolmasnkop. Para poder visitar parajes de esta zona es necesario contratar un tour y con días de antelación. Nos avisaron que no entráramos por nuestra cuenta, es una zona protegida que está vigilada y puede que encontremos a alguien que no nos dé una calurosa bienvenida.

Un paseo por Luderitz de nuevo a la tarde viendo la Iglesia de Felsenkirche y a coger fuerzas para el día siguiente, hay unas 5 horas hasta el siguiente destino, Sossussvlei.

Os dejamos también un vídeo resumen de nuestro paso por el sudoeste namibio, espero que lo disfrutéis.

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