Antes de comenzar la primera entrada de este viaje por Namibia, comentaré que fue nuestra luna de miel. Una pequeña introducción acerca de la planificación del viaje. Fue preparado todo en las navidades de 2019 para viajar en junio de 2020, trastocado 2 veces por la maldita pandemia. También los vuelos se vieron afectados, ya que de hacer sólo una escala pasamos a 2 en la ida y 3 en la vuelta. Tras abrir fronteras en octubre nos decidimos a viajar a finales de marzo de 2021, un Pcr negativo era el único requisito para entrar, sumado a que debías de garantizar que tenías un vuelo de vuelta.

El viaje hasta Windhoek se llevó mas o menos bien, vuelo temprano (6AM) de Barcelona con una rápida escala en Amsterdam, terminando la jornada haciendo noche en el aeropuerto de Johannesburgo llegando a las 23:00. Apenas 7 horas más tarde (6AM) salíamos rumbo a Windhoek, la capital del país namibio en el que íbamos a pasar más de dos semanas. Sueño bastante acumulado tras dos vuelos seguidos a las 6 de la mañana.

Llegada a Namibia

Ya en Namibia poquita gente en el aeropuerto, así como en la agencia de alquiler de coches, el que lo adquirimos en poco tiempo de trámite. Una curiosidad, nos pusieron un vídeo de unos cinco minutos, sobre cómo conducir y las posibles consecuencias si no sigues las normas. Funciona, ya que sales con mucha precaución, todo ello viene a raíz de que Namibia cuenta con una alta tasa de accidentes de coche. Sobre las 9:30 de la mañana arrancaría una aventura de 25 días inolvidable. Empezaríamos a recorrer el país por el sur y de ahí iríamos rumbo norte por el lado oeste. El coche que nos tocó fue un Toyota Fortuner, parece que Toyota es la marca reina ya que vemos muchísimos por el camino.

Comenzando el viaje

Ya puestos en ruta teníamos casi 500 kilómetros hasta el lugar donde haríamos la primera noche, Keetmanshop. Algo raro conducir por la izquierda y el volante a la derecha, aunque pensaba que se me haría más todavía y enseguida te habitúas. Nos vamos llevando una primera impresión de Namibia en los primeros kilómetros, mucho desierto y poquita gente hasta que pasamos por la capital Windhoek. Solamente la cruzamos y apenas vimos mucho, ya que en el plan la teníamos para el último día. Nos sorprendió más tarde lo bien que estaba la carretera, una larga recta asfaltada que parece no tener fin. 

Después de 300 kilómetros recorridos haríamos una primera parada en Mariental. Una estación de servicio que contaba con un restaurante haría que hiciéramos un 5 en 1. Servicio, comer, sacar dinero en el cajero que tenían, comprar provisiones y repostar. Unas hamburguesas que estaban muy buenas serían nuestro primer bocado en tierras africanas. Algo de previsiones para el coche como agua, patatas fritas y algo más de picoteo para no detenernos hasta Keetmanshop.

Bosque de Aljabas y Giant’s Playground

En unas 2 horas y media llegaríamos al primer punto que teníamos marcado. Una granja que cuenta con un grandísimo espacio protegido y que es regentado por una pareja alemana, en él encontramos el bosque de aljabas (Quiver Tree Forest) y el Giant’s Playground. El precio por ambas cosas era de 100 dólares namibios por persona. Se encuentra a unos 20 minutos de Keetmanshop, saliendo de la carretera principal fueron los primeros kilómetros de camino ya que desde el aeropuerto todo fue tramo asfaltado.

Después de pagar y dirigirnos a ver los árboles de aljabas nos comentaron que adoptaron a 2 guepardos hace 3 años, a las 17 horas les daban de comer y nos contarían algo sobre estos animales. Ya que nuestra llegada fue a las 16 horas tuvimos tiempo de sobra para dar un paseo por un este precioso bosque, en el que nada parecido había visto nunca.

Árboles de Aljabas

Un curioso y extraño árbol típico de Namibia, cuenta la zona con unos 250 ejemplares y se le conoce con este nombre debido a que antiguamente los bosquimanos realizaban aljabas con sus ramas, para depositar las flechas que usaban en la cacería. Parecía que estabas en un escenario de una serie de alienígenas o futurista, un lugar que mucha gente pasa de largo pero que merece mucho la pena.

Mientras iban comiendo su amo nos contó cosas sobre estos animales y el por qué los adoptó. Viendo que no están como en otros lugares, en los que tienen animales como un “espectáculo” nos agradó también esta parte de la visita. A veces estas cosas generan choques de opiniones, la razón por la que los adoptó fue porque los guepardos en libertad se comen el ganado y son abatidos. Él los acogió de bebés ya que su madre murió, los cuidó como un animal doméstico y ahora sería imposible que vivieran en libertad. Ahora que cada uno saque sus conclusiones, la nuestra no fue mala. Además el guepardo fue el único animal salvaje junto a la hiena que se nos resistió en los parques naturales, por lo que no estuvo mal la primera sorpresa del viaje.

Guapísimos guepardos

Una vez visto lo bellos que son estos animales ya atardeciendo nos dirigimos a la otra atracción que contaba este parque natural, el Giant’s Playground. Una cantidad de piedras rocosas que forman otro estupendo paisaje en el que también hay algún que otro árbol de aljaba. Enormes rocas volcánicas formadas hace millones de años, con el paso del tiempo y la erosión de las zonas más blandas dejaron estas rocas de magma al descubierto.

La visita no la hicimos muy larga ya que estaba atardeciendo y no queríamos que se nos hiciera de noche, pero cuenta con una ruta senderista por el lugar. Nosotros dimos una pequeña vuelta y no pudimos evitar el subirnos a lo alto de unas de las piedras que allí yacen. Desde arriba se veía una panorámica excepcional, con el sol empezando a caer. El nombre en castellano, “patio de gigantes”, se da porque da la impresión que son rocas colocadas por gigantes, parece increíble que todo este escenario sea gracias a la madre naturaleza.

Giant´s Playground

De ahí ya nos retiramos a Keetmanshop en el que no hay mucho que ver, su iglesia y algún edificio colonial. Como llegamos casi entrada la noche y al día siguiente queríamos salir pronto sumado a que era domingo y permanecía todo cerrado lo dejamos de lado.

Una dura y cansada jornada, no por lo visitado sino por las horas de conducción sumadas a las de los vuelos. La primera noche la haríamos en el hotel Maritz Country Lodge. Un alojamiento que contaba con piscina y varias casitas donde te hospedabas, una habitación amplia con un baño grande. Se encuentra detrás de una gasolinera, no son unas vistas feas pero tampoco preciosas, tampoco hay mucho donde elegir en esta ciudad. Siendo nuestra primera noche en el país tampoco necesitábamos mas, tras comprar dos bocadillos en la gasolinera de al lado para cenar, a las 20:30 ya estábamos durmiendo del cansancio acumulado. En régimen de B&B su precio fueron 1200 dólares namibios (65 euros). La conexión Wifi fue imposible de conectar con nuestros móviles por lo que no pudimos dar noticias a la familia de nuestra llegada. 

Cañón Del Río Fish

La mañana siguiente despertábamos con las pilas cargadas, descansar bien fue fundamental, además que hoy no teníamos muchos kilómetros por delante. Un fuerte desayuno con huevos y bacon nos llenaría más la batería. Unas dos horas para llegar al Canyon Road Lodge que es donde dormiríamos hoy. Llegamos muy temprano, a las 11 de la mañana, por lo que no tenían lista la habitación. Aún así nos vino bien para hacer el check in, engancharnos a Internet para llamar a la familia y tomar información para visitar después el Cañón Del Río Fish.

Hotel de película

Aquí todo hay que decirlo es un hotel más lujoso, dado que era nuestra luna de miel merecía la pena. El precio 2200 dólares namibios (unos 120 euros). La decoración ambientada al estilo ruta 66 era admirable, motos y coches antiguos, con una barra de bar american style y hasta los baños cuidados hasta el más mínimo detalle. Cuenta con una pequeña piscina, servicios de alquiler de bicicletas, una pequeña tienda, cajero automático y hasta gasolinera propia.

Tras una toma de contacto con nuestro hogar para esa noche nos dirigimos hacia el cañón del río Fish. En él, tenemos un parque nacional con unas impresionantes vistas del cañón más grande de Africa y uno de los cañones más grandes del mundo. Un barranco de 160 kilómetros de largo y 27 de ancho. En él contiene al río más largo de África, aunque de escaso caudal, comparando con épocas pasadas en el que se vertía mucho más. Es tras Etosha y Sossusvlei la atracción más visitada del país. Quizás mucha gente no llega debido a las largas distancias, pero si tienes tiempo te aseguramos que merece la pena.

El precio de la entrada fueron 170 dólares namibios por dos personas y el vehículo. Se me olvidó citar anteriormente que tanto en este como en Keetmanshop había que pagar en efectivo, aunque les vimos datáfono no pusimos pegas ya que adquirimos cash en Mariental.

Espectacular cañón

La ruta es muy sencilla, un camino corto en coche (si tienes suerte como nosotros te cruzarás con alguna avestruz) y llegas al primer mirador.  Las vistas son espectaculares, un inmenso cañón donde apenas se escucha nada, te sientas, miras y te relajas. Como carta de presentación del país fue inmejorable. Hay 4 miradores más, el siguiente al que iríamos a unos 800 metros del primero. En él es donde empieza una ruta senderista que consta de 80 kilómetros, se suele hacer en 4-5 días. No es mala opción, pero emplear 4 días en ver el mismo paisaje era demasiado. Si hubiéramos tenido mucho más tiempo igual lo hubiéramos planteado. 

En este segundo mirador las vistas son distintas, no por ello menos bonitas. Observamos aves y no te cansas de mirar como si de un cuadro se tratara. Una vez realizados vídeos, fotos y cautivarnos la vista durante un rato largo nos dirigiremos a los 3 últimos miradores. Realmente con que vayas al primero de ellos ya es suficiente, ya que es un tramo horroroso con el coche (menos mal que es corto) y las vistas son muy parecidas entre ellos. En este mirador aún tenemos unas vistas inmejorables y continuamos con la cámara dándole mas trabajo. 

Tras unas horas de grandes vistas nos dirigimos a la entrada del parque de nuevo. Debido a la pandemia tan sólo estábamos nosotros en el restaurante para comer, una pena ver todo vacío en el que apenas habría unas 20 personas recorriendo el cañón. Probaríamos un schnitzel con patatas y ensalada, el precio 280 dólares namibios con dos refrescos (unos 17 euros).

Ya acabada la comida nos dirigimos al hotel a descansar un poco en la piscina, sobre las 17 horas daríamos un paseo por los alrededores donde hay una ruta senderista (solo hicimos un tramo) y seguimos enamorándonos de los paisajes namibios. En el hotel antes nos dieron una sorpresa con una decoración por nuestra luna de miel de lujo. Una bandeja de fruta, con biltong (es un embutido africano parecido al fuet) y una botella de champán. Cuidado hasta el más mínimo detalle. Nos llevamos el champán para la cena y aquí degustamos por primera vez el filete de Oryx, estaba exquisito.

Al rico Oryx

Tras un día precioso nos fuimos a dormir, disfrutando una vez más del anochecer africano en el que no te cansas de mirar las estrellas y toda la vía láctea.

Para finalizar os dejamos el vídeo resumen de esta primera parte y que desde casa os enamoréis como nosotros de este increíble país

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2 comentarios

    1. Thank you very much for the comment. It helps me a lot to keep writing about my travels. Greetings

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