Día 1 De Sucre a Potosí

Dejaríamos atrás la ciudad de Sucre para dirigirnos a Potosí, puede que sea la ciudad que más me sorprendió de todas las que visitamos. Realmente auténtica, con su montaña Cerro Rico de fondo y sus más de 4 mil metros de altitud, que lo convierten en la segunda ciudad más alta del país, después de El Alto. No hablamos de cualquier cosa y es que estamos a 300 metros más de altura que el pico más alto de España, el Teide. Debido a esto tuvimos que tomar de nuevo las famosas sorojchi pils (unas pastillas para el mal de altura) que en La Paz nos funcionaron de maravilla, no volvería a pasar por esos mareos y malestar que tuve al llegar al país. Cuenta con unos 200.000 mil habitantes, donde más del 65% son población indígena.

Tan sólo hay 155 kilómetros de Sucre a Potosí, aunque son más de 2 horas de camino. Al estar 4 personas y comparar precios con el transporte público nos salió mejor tomar un taxi hasta la Villa Imperial. Además que contamos con un chófer muy agradable, ya que a 50 kilómetros de la salida nos detuvo en el puente colgante Antonio José de Sucre. Más conocido como el puente de Arce, se encuentra sobre el río Pilcomayo y no pasa nada inadvertido para ojos de los viajeros como nosotros, una llamativa construcción que cruza los turbias aguas del río sobre unas playas de arena. El objetivo históricamente de la construcción era crear una ruta directa entre Sucre y Potosí evitando cruzar el río en época de lluvias.

Puente arce bolivia
Puente Arce

Llegaríamos al Hotel Coloso de Potosí, que estaría bien ubicado para nuestras salidas y en el que nos hospedaríamos 2 noches. Dejamos las maletas y como no era muy tarde, las 12:30 del mediodía, se nos antojaron unas salteñas. Aquí madrugaban mucho para comerlas y ya no quedaba en ningún lugar, así que nos dirigimos al mercado y comimos allí, que otra cosa no, pero nos encantaba comer en estos lugares. Hicimos un variado de platos y pedimos sopa de maní, almuerzo completo de milanesa, fricasé y chancho. Ya sabéis que la comida boliviana nos apasiona.

¿Qué ver en Potosí?

Como en casi todas las ciudades si dispones de un poco de tiempo puedes comenzar con un free tour y luego visitar por tu cuenta lo que más te interesa. Estos son los lugares que te recomiendo.

Casa de la moneda

Ya una vez tomadas las energías pertinentes nos vamos a visitar la casa de la moneda. Un poco de la historia de esta ciudad conoceremos aquí, cuando pertenecía al virreinato de Perú. Potosí se convirtió con el descubrimiento del Cerro Rico en el motor de la economía del virreinato. Con la abundante plata que se extraía de las minas, se optó por cerrar la casa de la moneda de Lima en 1572 y asentarla aquí. Durante años Potosí fue el núcleo vital y el centro de la economía. En la ruta que tomamos en la visita nos explicaron con detalles cómo era la creación de la moneda, fundiendo la plata con plomo en unos hornos. Unas explicaciones avergonzándonos de nuestros antepasados españoles, donde explotaban a la población local a costa de extraer toda la plata posible.

Casa
Casa de la moneda

Centro de Potosí

Después de la interesante visita callejeamos un poco de antes de ir hacia la catedral. De paseo compramos a unas cholitas algo de maní (cacahuetes) y plátano frito mientras veíamos el portal mestizo. En el camino hicimos unas amigas tigresas, que se encargan de aconsejar a la gente a que cruce bien la carretera. Esto me llamó mucho la atención, debido a la cantidad de accidentes están estas simpáticas “mascotas” ayudando a la educación vial, llamando al orden a quien no hace las cosas correctamente. Más tarde acudiríamos a un mercado artesanal. Me encanta todo este tipo de textil indígena, compramos un mantel cosido a mano con unos bordados que nos enamoró.

Amigas por el camino

Ya llegamos al punto más bonito de la ciudad (a excepción del Cerro), se encuentra la plaza del 10 de noviembre, el corazón de la ciudad. Aquí se acogen muchos eventos, mítines y actos sociales, uno de ellos es cuanto menos curioso, una lucha de globos a finales de carnaval. Cuenta con una arcada que hacen de ella un lugar muy acogedor, por la mañana hay mucho ambiente con mucho vendedor ambulante. Alberga 4 esculturas, una de ellas la Estatua de la Libertad. Aquí se encuentra la Catedral de Nuestra Señora de La Paz, construida entre 1808-1836. En el interior cuenta con importantes reliquias de oro y plata. Pudimos subir a lo alto del campanario (sudando de lo lindo) y vimos unas vistas increíbles de la plaza y de toda la ciudad.

Como terminamos pronto, hoy sí por fin pudimos comer salteñas. Después de ellas y tras unos días de mucho ajetreo, nos vamos a por una merecida siesta para por la tarde visitar el otro lado de Potosí.

Ya descansados continuamos camino del convento de Santa Teresa. Con tan mala suerte sólo la pudimos observar por fuera ya que estaba cerrada, por lo que no pudimos ver el museo de su interior. Fue una pena ya que teníamos muchas ganas, porque está considerado uno de los mejores museos de arte sacro de latinoamérica.

Ya sólo nos quedaba por ver la Iglesia de San Francisco. Es la primera iglesia que se edificó en Potosí, una joya barroca construida desde 1689 a 1692. También alberga un museo con cuadros de arte y en la zona subterránea unas catacumbas. Aunque sin ninguna duda lo mejor es la subida a los tejados. Ahí podemos obtener unas vistas de la ciudad que son una maravilla, con el Cerro Rico comandando el encuadre.

Vistas desde el tejado

Atardeciendo y como aún seguíamos algo cansados hacemos una merienda-cena antes de irnos a dormir pronto. Hoy probaríamos más gastronomía boliviana, de bebida api y tawa-tawa, de comer unas empanadas de queso y unas galletas tucumanas. Después de ponernos las botas, llegar al hotel y ducharnos nos llama la recepción del hotel. Hoy celebraban no sabemos qué aniversario y nos invitaban a tarta. Así que no pudimos negarnos a la fiesta. Cuando volvamos a España la báscula se va a volver loca…

Día 2 – Visita a las minas

Había unas cuantas cosas marcadas en este viaje, una de ellas era el vestirnos como auténticos mineros y adentrarnos en la famosa montaña del Cerro Rico. Aquí hay que contratar una visita ya que no se puede ir por libre. Te aconsejo que si tienes claustrofobia no entres, ya que te metes en ciertos puntos que no sabes donde estás, y del que no sabrías salir. El guía conoce a los grupos de mineros y sabe hasta dónde puede llevarte. A las 9:30 tomamos el bus camino al mercado minero, nos entrajamos como mineros y compramos las provisiones. Constaba de dinamita, refresco, alcohol, hojas de coca y tabaco para los mineros. Había que tener un detalle con ellos para poder visitar sus lugares de trabajo.

Allí nos dan unas explicaciones de cómo es la vida de un minero. Sus jornadas largas de trabajo, los riesgos y entendimos el por qué tomaban las hojas de coca. La mascan ya que les alivia de dolor y de mal de altura. Una vez equipados con todo el material subiríamos hasta la mina Kunti. La panorámica que nos regala allí arriba es sencillamente alucinante para nuestros ojos.

Minas de Potosí
Estamos listos

Una vez dentro resulta curioso su trabajo y sus formas de hacerlo. Vamos viendo mineros con la bola de coca en su mentón, casi ninguno con mascarilla. Nos vamos parando en unos cuantos grupos de trabajo y les vamos dando los “obsequios” comprados en el mercado. Daba algo de lástima sus condiciones laborales, ya que la vida de esta gente no será muy larga. Todo debido a respirar ese polvo, humo de explosiones y horas largas dentro de una oscura cueva, si no fallecen antes por algún accidente. Además de todo ello no son muy amigos de Evo Morales en la zona, ya que se considera que no cuida de la población minera. Antiguamente desde ya niños comenzaban a trabajar, afortunadamente ya son menos y lo que no vemos es ni una mujer.

Debido a que tenemos una cultura europea a estas alturas ya de siglo XXI no hace más que chocar la forma en que tienen que trabajar. Cómo puede ser que en pleno siglo XXI tengas que adentrarte en un trabajo que puede hacer que tu vida normalmente no llegará a 50 años. Ellos no lo ven así, es la vida que eligen.

Descendemos unas cuantas galerías, aunque no tenía miedo al entrar hay momentos que ya no sabes donde te encuentras. Puedes tardar días y días en llegar de un extremo al otro, así que mejor no perderse. Encontramos a un minero sentado en el suelo, hace poco han realizado una explosión y se encontraba descansado exhausto.

Más tarde nos llevan a El tío. Una escultura que es una deidad de la cultura y tradición minera. A ella los mineros le rezan y le hacen una ofrenda, ya que así no les hará faltar la riqueza. Así que fieles a la tradición le ofrecemos alcohol y le colocamos un cigarro sobre su boca, parecía que el Tío sabía fumar. También la figura tiene un pequeño pene, en el cual nos dijeron que derramáramos algo de alcohol sobre él, eso nos daría fertilidad. Con ello daríamos por terminada la visita. Una sorprendente y recomendable excursión, así que si planeas un viaje a Bolivia no la pases por alto.

Ofrenda al Tío

Día 3 – Ojo del Inca

Hoy toca salir a las afueras de Potosí. Teníamos la ciudad vista y contábamos con toda la mañana libre antes de partir a la tarde hacia Uyuni. A unos 25 kilómetros contábamos con el Ojo del Inca. Contratamos un vehículo privado que nos iría llevando a distintos lugares, no recuerdo el precio pero era más barato que hacer una excursión.

Su nombre nace por haber sido lugar de descanso del Inca Huayna Capaj en el período precolonial. Es una laguna de agua termal, nos cuenta la gente de allí que tiene cualidades curativas ya que contiene un lodo ideal para tratamientos de piel. La temperatura rondará los 34 grados, no probamos bañarnos ya que más tarde iríamos hacia un parque acuático. Es ideal para pasar una jornada de pic-nic, rodeado de naturaleza con unas fantásticas vistas.

Ojo del Inca

Como hemos hablado antes nos dirigíamos hacia un parque acuático en Tarapaya. Otra vez tenemos mala suerte y estaba todo reservado para dos grupos, así que no podíamos entrar. En las taquillas nos comentaban que nos daban otra opción, nos dejaban entrar a unas termas privadas. Así que por lo menos podemos darnos unos baños, tampoco es que fueran muy glamurosas, ya que eran muy viejas y se caían a pedazos. Volvemos de nuevo a Potosí, recogemos nuestros equipajes en el hotel y nos vamos a comer al Phisqa Warmis. Probamos la sopa de papalisa, saice y milanesa. El menú costaba 35 bolivianos (unos 4 euros), con estos precios y lo buena que es la comida, ¿cómo no nos vamos a engordar?

Ya una vez terminada la comida nos despedimos de Potosí hasta otra ocasión. Me he llevado una grata sorpresa de esta ciudad, quizá las más acogedora y la más auténtica de las que hemos visitado hasta el momento. Ahora el destino es la estación de buses en un taxi medio destartalado.

Llegada a la estación 30´ antes, nos da tiempo de ver los bonitos aguayos que llevan las cholas, una persona que sube a un taxi con una oveja y observar por último la vida de la gente. Todo es muy distinto a lo nuestro, no con ello quiero decir que sea peor, también imagino que si ellos cambiaran de continente pensarían lo mismo.

Ya en el autobús nos esperan más de 4 horas hacia Uyuni, un destino que nos marcaría para siempre.

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