Este día sí que teníamos realmente un palizón de coche, 555 kilómetros. Desde Khorixas fuimos al norte de Namibia, concretamente hasta las cataratas Epupa. Madrugamos mucho y a las 7 de la mañana ya nos habíamos puesto en marcha. Nada interesante teníamos por el camino, nuestra idea era llegar lo más pronto posible a Opuwo. Destino las Cataratas Epupa, el hogar de los himba.

Llegada a Opuwo

Sobre las 11 de la mañana ya estábamos en Opuwo, la ciudad más poblada del Kaokoveld (o Kaokoland). Esto sí que es la Namibia más profunda y vemos el lado más africano. Tierra de himbas, aún vemos mujeres con su vestimenta (tan sólo un trozo de tela tapa las partes más íntimas) conviviendo con los demás habitantes. Podemos verlas comprando en el súper o esperando a sacar dinero en un cajero automático. Poco a poco se van modernizando más y algunas llevaban hasta el móvil colgando del cuello, creemos que en unos años puede que deje de existir sus costumbres como forma de vida.

En Opuwo todo hay que decirlo, me agobie un poco. Teníamos pensado llenar el depósito de gasoil, sacar dinero y comprar algo de bebida y comida. Al llegar, los cajeros estaban repletos de filas inmensas y muchos lugareños nos empezaron a acosar. No malamente, pero nos llegamos a sentir como si fuéramos famosos, vieron un blanco fácil monetario nunca mejor dicho. No te podías bajar del coche que ya tenías persiguiéndote niños y mujeres pidiéndote dinero, ofreciéndose a lavarte el coche, venderte abalorios…

Río Kunene
Norte de Namibia

Acoso al turista

Era la primera vez en el país que debido al acoso me hicieron contestar mal a una mujer. Estaba colocándome las deportivas apoyado en el maletero ya que ahí las tenía, ahora yo llevaría el coche y tenía puestas unas chanclas. Un poco difícil hacerlo con gente atosigando y pidiendo dinero, cuando me negué a darles nada una mujer vio que teníamos en el maletero una garrafa de agua de cinco litros. Me dijo que le diera agua, cuando fui a llenarle una botella de 1,5 L que teníamos vacía me dijo que no, que le diera la garrafa entera, entonces cerré el maletero y le dije que ni pequeña ni grande. Me sentó mal, que le estés haciendo un favor y aún les parezca poco. A duras penas llenamos el depósito y decidimos irnos de allí sin saber a dónde teníamos que marchar. 

Por suerte fuera del tumulto a un kilómetro encontramos un spar, que además tenía dentro un cajero automático. Una himba con un bebé en brazos nos dijo que nos vigilaba el coche mientras entrábamos y nos enseñó unas pulseras. Una vez en el spar, compramos comida, más agua y sacamos efectivo. Así que ya teníamos de todo y sin agobios, al salir le dimos a la himba algo de fruta y agua, nos regalo una sonrisa de agradecimiento, no quiso más como la anterior. Realmente así son la mayoría de gente en el país, agradecidos con poca cosa.

Llegar a las cataratas desde Opuwo

Ahora ya tocaba lo duro, 180 kilómetros de camino que según google maps son 2h45 pero nos costó casi 4 horas. Es imposible ir a más de 50 km/h en casi ningún tramo, es una pista ancha pero llena de obstáculos por el camino. Tenemos una zona muy despoblada, cruzamos muchas aldeas himbas y apenas hay nada más hasta la llegada a Epupa.

Nos encontramos a las dos horas con un pastor himba con el ganado, había salido con muchas vacas. Llevaba una botella de agua vacía, al acercarnos nos gritó: ¡¡Water, water please!!! Evidentemente le ayudamos y rellenamos su botella, una cara de alivio al ver que paramos, así seguro que no llegó a su aldea deshidratado. Ya que paramos el coche para ayudar al amigo himba nos preparamos unos bocadillos para este último tramo. Cuando volvimos a subir en el coche volvimos a ver al pastor, se había bebido ya todo el agua, nos saludó y nos señaló con su pulgar hacia arriba. También comentar que en cada paso de gente que nos encontrábamos todos nos lanzaban saludos.

Llegada a Epupa

Después de un día largo a las 16H estábamos en Epupa. Aquí las opciones de alojamiento no son muchas, 3 alojamientos, 2 de ellos debido a la pandemia estaban cerrados. Todos ellos cuentan con zona de acampada a orillas del río Kunene. El nuestro fue Omarunga Lodge & Campsite, que cuenta con unas increíbles cabañas. Además se come de maravilla, cenamos las dos noches y a cual mejor.

Río Kunene
Vistas desde nuestra cabaña

Mucha gente que viene a ver estas cataratas lo hace en el día desde Opuwo, o se hospeda una noche en el lugar. Nosotros debido a las horas de la tarde que llegábamos hicimos 2. La primera tarde disfrutaríamos de las cataratas y al día siguiente pasaríamos la mañana con una tribu himba. La tarde del día siguiente nos vino bien para desconectar de todo, otro paseo por las cataratas, piscina, relajarnos y sentir una paz tremenda en tierra inhóspita.

No muy lejos de nuestro lodge teníamos algún pequeño mini-market y hasta ¡¡un bar!! En el estuvimos tomando unas cervezas con los Himba y otros lugareños. Nos recibieron genial, además tienen un billar y una máquina de discos. Hablamos con unos cuantos, preguntándonos cosas de España y nuestro viaje, nos encantó vivir este ambiente. Aquí lo que se bebe es cerveza en botella de litrona, por lo que nos recordó nuestros tiempos de jovenes.

Cataratas Epupa

Asentados en el lodge nos disponemos a dar un primer paseo por las más famosas cataratas de Namibia, junto a las de Ruacana. Nos encontramos sorprendidos a un grupo de 10 sudafricanos que van con un guía, se ofrece a llevarnos en el grupo también. Amablemente le decimos que quizás mañana. 

Estas cataratas descienden del río Kunene, el cual que hace de frontera entre Namibia y Angola. Cuenta con una larga longitud de 1050 kilómetros y desemboca en el océano atlántico. Epupa es una palabra herero que significa espuma. Por mucho que sólo tengamos unos 50 metros de orilla a orilla no debemos de cruzarla. Tenemos en el agua cocodrilos y son muy silenciosos, con lo que poner un pie en tierra angoleña igual nos costaba algún mordisco. Justo enfrente de nuestra cabaña noté un pequeño ruido al amanecer, al asomarme veo la cola de uno de ellos y todo hay que decirlo, acojonó un poco. Al comentárselo al jefe del lodge nos dijo que no había que preocuparse, era un cocodrilo joven que dormía en esos arbustos y no ataca si no que se esconde de nosotros.

Cataratas Epupa

A pesar de estar en una zona pérdida con escasa población, el lugar era digno de documental. Pequeñas montañas alrededor, curiosos árboles y palmeras que hacían darle un toque caribeño. Nos encontramos con una pequeña lagartija que es multicolor, con la cabeza y la cola naranja, cada día que pasamos en este país no deja de sorprendernos.

Recorrer la zona de las cataratas es muy sencillo, aunque en unos 30 minutos las habrás recorrido, puedes estar todo el tiempo que desees. Así como en Etosha no era abril la mejor época para viajar, aquí nos ocurrió lo contrario. Recién terminada la época de lluvias, encontramos mucho cauda que hace que el impacto sea muy sonoro en su caída. Las más grandes las encontramos al comienzo de la ruta y las sentimos muy cerquita.

Cataratas Epupa

Conforme seguimos andando a la altura del río vamos encontrando otra panorámica diferente, más paisaje virgen y muchas más caídas de agua en el horizonte. También desaparece la vegetación y ahora solo tenemos rocas alrededor. No hace falta que hagas la visita guiada, puede que te expliquen temas interesantes de la zona y su historia, pero si es sólo por las cataratas no te enseñarán nada que no veas por ti mismo.

Quizás con Spitzkoppe es el lugar en el que más paz y tranquilidad encontramos, así que el día y medio que pasamos en la zona nos sentó de maravilla. Ya lo he comentado en otros posts de Namibia, alucinante de nuevo el anochecer que tuvimos, en el que llegas por momentos a ver una mancha blanca en el cielo.

Los Himba

Aunque cada vez están más integrados a los nuevos tiempos, todavía en esta tierra virgen vemos parte de población que mantiene sus antiguas costumbres. No son ajenos a lo que surge en el exterior, ya que en ocasiones tienen que acudir a tiendas, hospitales y reciben visitas del exterior, especialmente de turistas. Si queréis conocer algo más acerca de ellos en ratpanat hay un artículo muy interesante.

Contamos con un traductor que contratamos el día anterior, diría que es indispensable ya que no hablan ningún otro idioma aparte del suyo. De esta forma pudimos interactuar con ellos directamente. Son un pueblo nómada, por eso veíamos distintos asentamientos himba abandonados en el camino. Según el clima u otras cuestiones, van montando su campamento moviéndose así de un lado a otro. Los que hemos visto vacíos puede que sea su hogar en otra momento de nuevo. Las distintas familias se respetan entre sí y no encontramos problemas de ladrones u ocupas.

Rara vez verás a los hombres si acudes en el día, ellos se encargan durante la jornada del ganado grande, las mujeres y niños son los que permanecen cuidando del hogar y del pequeño ganado. 

Mujeres himba
Preparando el perfume

Antes de poder visitar la aldea el traductor pasó cabaña a cabaña preguntando si éramos bienvenidos, nos comenta que es el protocolo himba. No manejan grandes cantidades de dinero por lo que la mayoría de los turistas son aceptados a cambio de alimentos, por nuestra parte fueron unos sacos de de harina, arroz y maíz.

En esta aldea encontramos cabañas que forman un círculo y en el centro de ellas un conjunto de pequeñas ramas con una altura de un metro más o menos formando otra circunferencia. Aquí es donde guardan al pequeño ganado al anochecer. Sus cabañas son formadas por un conjunto de paja, barro y excremento animal. Estuvimos dentro y es como estar en una bodega, muy fresquito con el calor que hace fuera.

Nos reciben 3 mujeres, 2 de ellas son las esposas del jefe de la tribu. Al saludo de “Moro” (Buenos días) y “periví” (qué tal estás) comenzamos a adentrarnos en su mundo. Observamos su preciosa piel, increíble que por ella nunca haya pasado el agua. Las mujeres no se lavan con ella porque lo consideran un derroche. Se untan en el cuerpo una crema creada por ellas, una mezcla de grasa animal y barro que le da un toque rojizo a su piel lo que hace que les quede muy bonita. Igual lo hacen con el pelo, que le crea unas rastas muy auténticas, ademas esa crema les sirve como repelente del sol, mosquitos y demás insectos..

Llevan puestas unas tobilleras plateadas, si tienen una raya negra en ella es que han sido madres por una vez. Si llevan 2 es que ya lo han sido 2 veces o más. Nos enseñan cómo realizan su perfume o cómo se colocan su extraño sombrero, el que lo portan en algunas ocasiones y pesa más de ¡¡10 kilos!!

Una cosa que nos llamó la atención es que para cruzar la casa del jefe de la tribu lo tuvimos que hacer por detrás de ella, ya que no se puede cruzar la línea imaginaria entre la puerta y el fuego sagrado. Por eso la importancia de ir con un guía-traductor que te va explicando cada paso que dar, así evitas hacer algo que les pueda sentar mal.

Viendo a los niños en la llegada, estaban afilando unos cuchillos enormes. Más tarde vendrían con nosotros y nos enseñaron su indumentaria. Solamente tapados con una tela las partes íntimas, llevando el pecho al descubierto, los niños con la cabeza rapada y dos pequeños mechones a los lados sobre la parte superior. Las niñas llevan dos trenzas caídas hacia el lado de la cara.

Niños himba
Niños himba

Ellos también tienen curiosidades sobre nosotros, nos preguntan quien está vigilando nuestra casa al estar fuera, si hay robos, si venimos de muy lejos… Tanto nos liamos a hablar que le dijeron al guía si teníamos estropeada la cámara ya que no les hacíamos fotos. Les dijimos que no queríamos que se llevarán la impresión de que eran una atracción para nosotros. Con un poco más de confianza ya hicimos alguna e incluso les grabé un vídeo, se lo enseñé al momento y por las caras que pusieron los niños parecía que era la primera vez que lo veían. No pasó lo mismo con los selfies, a eso parecían más acostumbrados.

Al final de la visita nos enseñan abalorios creados por ellos mismos, nos llevamos como recuerdo una pulsera y una figura de un elefante. Una pequeña ayuda para esta familia que nos terminó enamorando.

Este es el vídeo resumen de nuestro periplo en Kaokoland. Por problemas con Youtube al contrario que en todos los vídeos que tenemos, no nos dejo monetizarlo, parece ser que enseñar unos pechos femeninos no es políticamente correcto, en fin, de todas formas espero que lo disfrutes. Os dejamos nuestros post de Namibia si os interesa seguir conociendo más partes del país.

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